Cuando Adriana Guzmán piensa en el campo solo siente amor y gratitud por él. Y es que aún recuerda con alegría que de niña su paseo familiar favorito era ir de visita los fines de semana a la finca de sus abuelos, ubicada en el majestuoso departamento del Cauca, o cuando a sus 10 años, junto a su madre, implementaron una huerta casera en la que sembraron piña, sandía y frijol.

Desde ese entonces su relación con el campo es cada vez más fuerte y es que mientras otros niños disfrutaban de la vida citadina, ella era feliz montando a caballo, recorriendo los potreros, los cultivos de caña y manteniendo de cerca el contacto con los animales y la naturaleza.  

Con el pasar de los años, y gracias a esa relación con la finca y a su amor por la naturaleza y los animales, estudió Biología, una carrera que como ella dice es “hermosa y fascinante”, la cual complementó con una Maestría en Biología y un Doctorado en Estudios Amazónicos, lo que la llevó a vivir por varios años en la Amazonia en donde aprendió mucho sobre las prácticas de las comunidades indígenas de esta zona del país.

Aunque siempre ha estado ligada a la finca familiar, no fue sino hasta el 2019 que se vinculó laboralmente para ayudar en la supervisión, principalmente, del cultivo de caña de azúcar y otros que se manejan en esas tierras, como el arroz y la yuca, desde ese momento según cuenta, su experiencia como agricultora le permite estar en constante aprendizaje, disfrutar de la paz, la tranquilidad, la biodiversidad, los ecosistemas y honrar a sus antepasados, pues hace parte de la cuarta generación de agricultores de su familia sin duda alguna una labor “divertida y apasionante”.

Gracias a los conocimientos adquiridos durante su etapa académica y su pasión por su trabajo como agricultora de caña en su finca se han implementado diversas prácticas que promueven el cuidado del medio ambiente, como la eliminación de las quemas, implementación de sistemas de riego, lombricompostaje, separación de residuos, siembra de árboles, implementación de señalética para promover el cuidado de los humedales, monitoreo de aves acuáticas y la promoción del aviturismo, como una estrategia para enseñar a las personas sobre la variedad de especies de aves que se encuentran en la región.

Adriana también es la líder del programa Sembratón de Procaña y en su gestión desde el año 2020 ha logrado coordinar y sembrar 6.879 árboles en municipios del Valle y Cauca en predios de otros afiliados al gremio, y aunque es consciente que la meta son 10.000, confía en que se logrará, ya que según destaca sembrar árboles es una de las formas que tenemos para ayudar en la mitigación del cambio climático, a prevenir la erosión del suelo, purificar el agua, dar sombra de manera natural y atraer de nuevo a las especies animales propias del ecosistema. 

Desde su experiencia, Adriana hace una invitación a los demás cultivadores de caña a que piensen siempre en las futuras generaciones y les enseñen a sus niños el amor por el campo, convirtiendo sus fincas en lugares divertidos, en mundos por descubrir a través de diferentes prácticas, que les muestren lo invaluable que es la tierra y lo importante de cuidarla.

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