Perseverante, carismática, empática, con una energía que contagia y siempre con una sonrisa en el rostro, así es Amalia Morales, la mujer que lideró durante 29 años Asobolo, una asociación comprometida con el cuidado de la cuenca hidrográfica del río Bolo en el municipio de Pradera, Valle del Cauca.

Amalia tiene su corazón en dos municipios del Valle, uno es Andalucía, en donde está la familia que la vio crecer y Pradera, en donde hizo la mayor parte de su vida laboral, formó su propia familia, consiguió el aprecio de las personas, vivió momentos buenos, llenos de felicidad y otros difíciles, que le permitieron convertirse en una gran líder para Asobolo y para la comunidad pradereña. 

La Asociación de Usuarios de Aguas del río Bolo – Asobolo, es una ONG fundada en julio de 1993 con la ayuda de diferentes actores del sector de la agroindustria de la caña, la Corporación Autónoma Regional del Valle del Cauca – CVC y 19 predios que la conformaban en ese entonces, con el objetivo de ayudar a la restauración ecológica de la cuenca, que se estaba viendo afectada por el fuerte fenómeno de El Niño.

Es importante destacar que a la fecha 263 predios están afiliados, de un total de 507 que abastece la cuenca hidrográfica, lo que evidencia la importancia y gran acogida que han tenido las labores realizadas por la asociación, entre las que destacan: Administrar la distribución del agua de la cuenca del río Bolo, promover acciones que ayuden al cuidado de los diferentes recursos naturales, implementar diferentes herramientas de manejo del paisaje, apoyar alternativas de negocio  amigables con el medio ambiente que le permitan a las personas  generar ingresos, como los viveros comunitarios en los que son las mismos miembros de la comunidad quienes se encargan de producir árboles que luego serán vendidos a la asociación para cumplir las actividades siembra. 

Ser un líder comunitario en Colombia no es fácil y Amalia, quien fue la directora ejecutiva de la asociación durante tantos años, no ha sido ajena a la situación de violencia que afecta a nuestro país, pues recuerda con tristeza cuando en el 2006 esta le arrebató a uno de sus seres queridos, o en el 2008 cuando Asobolo fue declarado objetivo militar por un grupo al margen de la ley o en ese mismo año, cuando la persona que estaba en la parte técnica de la asociación tuvo que irse porque su vida corría peligro.

Los momentos difíciles hicieron que Amalia sintiera que no podía más, pero tal y como lo expresa: “el motivador más grande para seguir fue la comunidad que reclama nuestra presencia”, también el grupo de trabajo que conformó y que en el territorio hay trabajo por hacer y personas muy valiosas que esperan mucho de ella, pues considera que ante la adversidad “hay que ponerle el pecho a la brisa”, y seguir adelante.

Sin embargo, también han vivido muchos momentos buenos, por ejemplo, en 2003 participaron del Tercer Foro Mundial del Agua que se realizó en Japón, donde quedaron entre los 10 finalistas de los 850 trabajos a nivel mundial que se presentaron. Otra experiencia fue su participación en el sexto Foro Mundial del Agua en Francia y han visitado países como Brasil, Perú, Ecuador y Guatemala, donde han compartido con otras asociaciones, además han recibido reconocimientos de parte de otras organizaciones y de la personas que conforman el territorio.

El cuidado del medio ambiente es una tarea de nunca acabar y en Asobolo lo entienden, por eso están trabajando con las instituciones para crear una figura de conservación y protección sobre el área de complejo del Páramo de Las Hermosas, blindándolo de actividades dañinas que tendrían consecuencias devastadoras sobre los recursos naturales y las comunidades que se abastecen de estos.

Aunque han pasado pocos meses desde que entregó su cargo, Amalia confía plenamente en las capacidades del equipo que quedó al frente de la asociación y recuerda con alegría que llegó a Asobolo para realizar una labor específica con la comunidad, pero con el tiempo se enamoró de esta labor por el medio ambiente, su día a día empezó a girar alrededor del cuidado de la cuenca y se convirtió en su misión de vida, por lo que espera seguir brindando su conocimiento a quienes lo necesiten.

DATOS DESTACADOS:

  • 507 predios se sirven de las aguas derivadas del río Bolo
  • Asobolo ha contado su maravillosa experiencia en Japón, Francia, Brasil, Perú, Ecuador y Guatemala
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