Por: Martha Lince

Pertenezco a una familia de vocación agrícola, tuve la oportunidad de pasar temporadas en la finca, donde inicié mi formación, para después trabajar en el negocio familiar. Esta experiencia me permitió aprender a valorar la vida en el campo; entender que es fuente de tranquilidad, bienestar, conocimiento y adquirir el compromiso de contribuir a su conservación y cuidado.

Hago parte de la tercera generación dedicada a la agricultura y valoro haber tenido un mentor, mi papá, de quien aprendí que se necesita esfuerzo, tiempo, disciplina y responsabilidad para consolidar la base que permite obtener resultados satisfactorios y así conservar el patrimonio familiar. Estudié Administración de Empresas y a partir de mi incorporación al negocio familiar, desde hace más de 30 años, nos dedicamos al cultivo de la caña de azúcar.

Me he sentido valorada y respetada en el ejercicio de mi trabajo, la Agroindustria de la Caña promueve la igualdad de género permitiendo que la mujer tenga crecimiento profesional, personal, ampliación en el campo laboral y pueda mostrar habilidades y destrezas que contribuyen al desarrollo económico y social en nuestra región. 

Mi trabajo ha sido posible gracias al apoyo de Procaña, Cenicaña y el Ingenio Providencia, con ellos he logrado tener capacitaciones permanentes, adoptar nuevas tecnologías y prácticas para obtener resultados en producción y costos.

En este mes tan especial donde hacemos un reconocimiento a la mujer, es fácil ver hoy cómo las mujeres de nuestro sector están rompiendo esquemas y ocupando cargos que antes eran considerados sólo para hombres.

Por esta razón, quiero invitarlas a trabajar por el sector de la Agroindustria de la Caña con amor y entusiasmo, orgullosas siempre de nuestro aporte a la región y que todas seamos CORAZÓN DE CAÑA.

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