Por: Martha Betancourt – Directora Ejecutiva de Procaña
Nos reunimos en el marco de la LII Asamblea Anual de Procaña, en un momento decisivo y trascendental de nuestra querida patria que exige reflexión y unidad.
Nuestro país atraviesa días de angustia e incertidumbre. Las heridas reabiertas por la violencia, evidenciadas en el reciente atentado contra el senador y precandidato presidencial doctor Miguel Uribe Turbay, los actos terroristas en Cali, Jamundí y Buenaventura, así como en el departamento del Cauca, nos duelen profundamente. ¡Estos atentados hieren a la democracia y nos dividen como nación!
Y, sin embargo, cuando todo parece desmoronarse, siempre surge la otra Colombia. La que no se rinde. La que prefiere marchar en silencio, con dignidad y abrazados en una sola oración, en lugar de responder con más violencia.
La Colombia que decide sembrar, aun cuando otros destruyen. La que defiende la libertad, exige respeto por la vida. La que se levanta cada día a trabajar por la paz.
Hoy, en esta tierra fértil, que es la nuestra, la del campo, reiteramos nuestro compromiso, ese que cultiva, produce y genera oportunidades, que no se detiene. Porque nuestros agricultores y agremiados —como la caña— sabemos adaptarnos, resistir… y renacer.
El Valle del Cauca es el escenario perfecto para destacar la caña de azúcar, como el cultivo que representa la fortaleza, adaptación y sostenibilidad de nuestro sector. Con más de 150 años, nuestra cadena productiva demuestra su capacidad de evolucionar en un mundo que demanda compromiso con las personas, el planeta y la sociedad.
La caña es nuestra mejor aliada para mitigar el cambio climático. Su alta eficiencia fotosintética le permite capturar hasta 110 toneladas de CO₂, liberando 60 toneladas de oxígeno por hectárea al año. No solo produce, también purifica el aire que respiramos. Además, es la planta que más biomasa genera, la cual en gran parte regresa al campo, mejorando el suelo y devolviendo vida al ecosistema.
Es también una poderosa fuente de energía limpia. El bagazo se transforma en electricidad a través de la cogeneración, permitiendo que muchas fábricas se autoabastezcan e incluso aporten a la red nacional. ¡Una tonelada de biomasa de caña es energéticamente equivalente a 1.2 barriles de petróleo!
En cada hectárea sembrada de caña hay innovación, ciencia, economía circular. Como decimos con orgullo: “¡El que quiera más… que le piquen caña!”.
Este compromiso con la sostenibilidad es posible gracias a la ciencia y tecnología al servicio del campo. Hay una apuesta por el presente y por el futuro.
Y ese futuro solo será posible si seguimos caminando juntos: gremios, productores, academia, industria, comunidades y, por supuesto, el Estado.
A través de Cenicaña, en Procaña, impulsamos la adopción de tecnologías innovadoras. Implementamos agricultura de precisión con sistemas satelitales, sensores IoT para riego eficiente, monitoreo con drones y análisis en tiempo real del suelo. Nuestro mejoramiento genético desarrolla variedades más resistentes y eficientes.
Estamos digitalizando procesos para una gestión agrícola optimizada. Todo esto es una clara demostración de nuestra capacidad de adaptación y visión de futuro.
Nuestro compromiso social se fortalece cada día
Por intermedio de la Fundación Corazón de Caña, impulsamos el desarrollo educativo y social, beneficiando a más de 30.000 familias en 2024. Trabajamos en la mejora de la calidad educativa, reducción de la pobreza de aprendizaje y la inclusión socioeconómica de jóvenes. Hemos trabajado en proyectos de cobertura de alimentación escolar en 18 instituciones educativas donde la gobernación llega con PAE beneficiando a 7.361 estudiantes.
Además, con el programa de Huertas Familiares ALDEAS, en alianza con la Fundación Caicedo González Riopaila Castilla, promovemos la seguridad alimentaria y el desarrollo autosostenible. En 2024, beneficiamos a más de 1.710 familias, con una producción de más de 1.778 toneladas de alimentos agrícolas. El 70% de estas huertas son lideradas por mujeres, fortaleciendo su rol y la equidad de género.
También destacamos el Programa INTEGRA, que promueve la sostenibilidad integral con una herramienta tecnológica gratuita y 213 indicadores agroambientales, sociales y económicos. Y Compromiso Territorio, una iniciativa colaborativa que impulsa el desarrollo sostenible en el norte del Cauca y sur del Valle. Estas son pruebas que productores y empresarios estamos unidos y comprometidos con la generación de empleo y la inversión social.
Estos esfuerzos enfrentan desafíos. La crisis de seguridad, derivada de la fracasada política de Paz Total, ha fortalecido a grupos al margen de la ley, afectando al sector agropecuario con extorsiones, secuestros y vulneraciones a la movilidad y los derechos esenciales.
La violación de la propiedad privada en el Norte del Cauca, una problemática que se extiende por más de 11 años, ha alcanzado cifras alarmantes. Más de 5 mil hectáreas afectadas, 6 mil empleos perdidos, trabajadores asesinados, heridos y secuestrados; delitos contra el medio ambiente y la violación a Derechos Humanos y Constitucionales.
Se han interpuesto más de 700 denuncias ante la fiscalía general de la Nación. A pesar de las órdenes de captura emitidas, a la fecha ninguna ha resultado en judicialización.
Frente a esta difícil situación, los agricultores como única salida han ofertado sus predios a la ANT desde hace más de tres años y a pesar de cumplir con todos y cada uno de los requisitos exigidos, la ANT no ha logrado concretar los procesos de compra.
La inestabilidad jurídica generada por una avalancha de normas y decretos también nos preocupa. La política agraria se ha centrado exclusivamente en la propiedad de la tierra, descuidando lo verdaderamente fundamental para los productores agropecuarios: el desarrollo rural integral. Este debe articular la asistencia técnica permanente, la financiación oportuna y una comercialización garantizada.
La elevada carga impositiva se ha convertido en un obstáculo crítico para la producción de alimentos, el aumento exagerado de los avalúos catastrales, los costos derivados de fenómenos climáticos, económicos y de seguridad son problemas que enfrentan los agricultores en Colombia.
Procaña, junto a la SAC, ha participado activamente en el debate y diseño de políticas públicas para defender los intereses del campo.
Es imperativo detener la estigmatización y mensajes de odio contra los empresarios. El país no soporta más irrespeto hacia quienes, día a día, generamos oportunidades de empleo. Invitamos a la sociedad a mirarnos como compatriotas y aliados, para el país que merecen nuestros hijos y nietos.
Nuestro llamado al Gobierno Nacional es contundente: cumplir con su obligación de asegurar el orden constitucional, la separación de poderes y la democracia.
Colombia clama por seguridad, protección de la vida y tranquilidad.
Desde Procaña, respaldamos, respetamos y admiramos a nuestras Fuerzas Militares y de Policía, que con su entrega defienden el orden constitucional.
La situación del país es delicada. Hoy más que nunca, necesitamos estar unidos, no por intereses individuales, sino por la convicción que no podemos seguir viviendo bajo el miedo ni sometidos a la violencia. Nos duele cada vida perdida. Acompañamos de corazón a las víctimas y sus familias.
Los invito, con profundo respeto a guardar juntos un minuto de silencio por las víctimas. Que este gesto sea un símbolo de unión, gratitud y, sobre todo, de la esperanza inquebrantable que juntos construiremos un futuro más seguro y próspero para Colombia.
¡Gracias por estar aquí, por no rendirse, por creer!