Villarrica, fundado en 1936, se encuentra ubicado al norte del departamento del Cauca y a pesar de la coyuntura de seguridad, es un lugar lleno de gente pujante, trabajadora, honesta y preocupada por su desarrollo y bienestar, como el protagonista de esta historia.
Marco Carabalí, es un hombre que ha dedicado su vida entera a trabajar en el sector de la agroindustria de la caña, lo que le permitió sacar adelante a su familia, obtener su vivienda propia y con el tiempo, adquirir una pequeña parcela para cultivar.
Tenía solo 16 años cuando por un accidente de su padre, Marco en su afán de colaborar en casa y ayudar a su familia, decidió reemplazarlo en el trabajo donde estuvo desempeñando labores de cosecha, corte y alce de caña. Al principio esto era una labor temporal, pero pasaron 40 años en los que fue testigo de la evolución tecnológica del sector, pues en sus últimos años como empleado, también logró desempeñar tareas de alce mecánico.
Él es uno de los pequeños agricultores que conforman este dulce sector, lleva más de 15 años afiliado a Procaña, y se destaca en él las ganas de ver cada día más fortalecida esta agroindustria que trabaja en la implementación de prácticas cada vez más sostenibles y que genera miles de empleos, bienestar y sustento a comunidades.
“Estar afiliado a Procaña desde hace más de 15 años ha sido muy bueno para crecer como cultivador, pues he aprendido sobre el manejo adecuado que se le debe dar al cultivo de caña, sobre implementación de prácticas sostenibles en pro del cuidado del medio ambiente, identificación y manejo de plagas, entre otros temas”, resaltó Carabalí.
De igual manera, Marco destacó que “en Procaña a los pequeños agricultores les brindan el mismo trato que le dan a los grandes agricultores”, y es esa una de las cosas que lo hacen sentir más orgulloso y enamorado de pertenecer a un gremio que está en constante actualización y siempre está pendiente de sus afiliados.
Por otro lado, el agricultor ve con preocupación cómo se generan ciertos estigmas sobre el sector que son falsos, como por ejemplo que todos los cultivos de caña son de grandes propietarios, comentarios que tal vez llegan por el desconocimiento de las personas, pero que hacen mucho daño, porque la realidad es otra, ya que el 65% de la tierra cultivada en caña hace parte de pequeños agricultores que como él trabajan, viven y dependen de sus cultivos.
Marco hace un llamado al estado para que promueva programas que motiven a los jóvenes colombianos a no perder el contacto con la tierra entre las que se incluyan capacitaciones que les brinden los conocimientos necesarios para la producción, tenencia y mantenimiento de la tierra.
“Pues solo de esta forma se podrá atraer el talento de los miles de jóvenes que hoy en día se van a la ciudad”, para que vuelvan a amar el campo tal y como lo hicieron en algún momento las generaciones pasadas, porque en este dulce sector se requiere de ideas cada vez más innovadoras y frescas que ayuden a llevar un mensaje de reconciliación, sostenibilidad, unión, armonía y progreso a las comunidades, porque aquí somos mucho más que azúcar.